Me gusta mucho el futbol, creo que es un
deporte bonito, muy bonito. Hace falta mucho coraje para practicarlo, ser
generoso y sacrificado además de tener una gran condición física. Aporta
valores positivos, hace crecer entre semejantes además de todas las valoraciones
positivas que queramos añadir relacionadas con el deporte
Todos queremos lo mejor para nuestros hijos,
y desde muy pequeños muchos nos apresuramos a que se vistan de corto y empiecen
hacer deporte buscando todos esos aspectos positivos del futbol.
En nuestro caso con cuatro años ya correteaba
detrás de un balón y año tras año, hemos disfrutado muchísimo entreno tras
entreno y los sábados en los partidos.
Los chavales han crecido juntos, se han hecho amigos en muchos casos, han
conocido los valores de la amistad o la solidaridad, además de divertirse
muchísimo. Nosotros los padres igualmente hemos pasado grandes jornadas
deportivas, unidas a las gastronómico/festivas, gracias al futbol. Hicieron,
hicimos equipo.
Sin embargo, tengo que reconocer que los
últimos años y a medida que los niños han dejado de serlo y han crecido, esa
satisfacción que sentía en cada partido se va transformando en desencanto y una
sensación un tanto amarga recorre mi cuerpo en muchos partidos que no me gusta nada. Intentaré explicar porque.
No me gusta el ambiente ni en el campo ni en
la grada. Una cosa es la consecuencia de la otra. Estoy cansado de ver
enfrentamientos, brotes de violencia entre jugadores y padres. Entradas feas
sin disculpas, insultos y broncas. Unas veces el responsable es el inexperto
árbitro que no sabe cortar la situación, otras los propios entrenadores que
protestan y vocean como malos vendedores de melones, y otras los padres que
solo ven las faltas del equipo contrario y menosprecian e insultan al árbitro o
jugador contrario arengando a la pelea
dentro o fuera del campo. Una falta de respeto que se propaga como si
fuera un virus y crea un ambiente feo, bronco y muy desagradable.
Mi preocupación viene porque no es un
problema puntual. No, cada vez es más habitual y mi sensación es que hay más
partidos feos y con bronca que partidos sin incidentes, eso quiere decir que en
más del 50% de los partidos pasan incidentes desagradables.
El futbol es un deporte de contacto,
efectivamente y duro claro que sí, pero tiene que ser noble, y después de una
entrada dura, tender la mano al rival. Y después de un partido bronco, abrazar
al contrario y desearle suerte. Eso, no es lo que vemos en la mayoría de los
terrenos de juego.
Si nos fijamos todos somos responsables ya
que todos somos partícipes en la escena. El problema es que todos creen que el
culpable es el otro.
Es cierto que cuanto más bajo es el nivel futbolístico
más incidentes tenemos. Pero resulta que la mayoría de jugadores son de bajo
nivel. Tenemos más de un millón de licencias federativas de fútbol en este
país, de las cuales solo son profesionales poco más de 2000. Eso quiere decir
que tan solo el 0.20% serán, son profesionales.
La referencia general y el ejemplo a seguir
es el futbol que vemos en televisión y el futbol que vemos es el profesional. Quiero decir, estamos
imitando a unos profesionales que no tienen nada que ver con nosotros.
Ganar ganar y ganar, y volver a ganar y ganar
y siempre ganar. Esa era la frase del famoso además de paisano Luis Aragonés.
Cuantas veces la hemos visto y los entrenadores puesto de ejemplo en
tantos vestuarios. O las arengas de Real
Madrid o Barcelona donde solo vale ganar y si hay dos derrotas el técnico corre
peligro.
De repente nos encontramos en magníficos
terrenos de juego, los chavales perfectamente equipados y con un colegiado.
Todo se parece mucho a lo que vemos en la tele. Se parece mucho, pero no tiene
nada, absolutamente nada que ver. Ellos si son profesionales, nosotros no.
Ellos si tienen que ser los mejores, nosotros no. Ellos si tienen que ganar o
intentarlo siempre, nosotros no.
Nuestros chavales y la mayoría de jugadores
federados, recordemos la proporción antes expuesta, tiene que sobre todo
disfrutar de tantos y tantos valores positivos del deporte, que todos conocemos.
Es cierto que tenemos que inculcar a nuestros jóvenes que cada día tiene que aspirar a ser mejor, no tan solo a
ser bueno, la exigencia de ser mejor ennoblece, y ayuda a entender que quizá
nosotros seamos igual de buenos, o de malos, que los otros, pero no siempre a
ganar. En el terreno de juego y en la vida a veces se pierde y no pasa nada, es
más, es bueno que estemos preparados.
El ganador solo vence a medias. Las grandes
lecciones y el más útil aprendizaje, jamás saldrá de una victoria. Por mucho
que disfrutemos cuando vemos ganar la copa de la liga o la Champion league.
Hagamos todos unos ejercicios de autocrítica.
El problema que nos ocupa no es más que un reflejo de esta sociedad donde o
ganas o no eres nadie. Queremos que nuestros hijos sean los mejores en la
escuela, en el futbol y en todo. Todo no puede ser. Desmitifiquemos el ganar,
lo bueno, listo, guapo, inteligente. Pongamos en valor la normalidad, el
disfrutar porque si, sin la exigencia de
tener que ganar, o ser el mejor en clase, que siendo gordo también se puede ser
feliz. Bajemos las pretensiones en general, y seguro que seremos un punto más
feliz.
Ilusionados saludos.
PD. Con cariño para Mamen, bueno y para Rafa
también jijiji