
Desde el punto de vista atlético, creo que me equivoqué en el planteamiento de la carrera por querer conseguir un tiempo que no era el mío, pero para mí la maratón es mucho más que la carrera en sí.
Pero vamos por partes:
Salimos el Sábado tempranito para aprovechar el día y que Lola y el Tiki pudieran ver el Oceanografic. Sobre la una de la tarde ya estaba en el Hotel con Adrián y enseguida llegaron mis dos compañeros de fatigas, Uros y Darht, que habían dejado a su familia también de visita en el bonito acuario Valenciano. Bien. A disfrutar de Valencia, de la comida de la pasta, de nuestras cosillas de corredores. Fuimos primero a la comida, yo no había estado en ninguna y me gusto mucho el ambientillo. Estaba pelín lejos, tanto de la zona de salida, como del hotel donde teníamos que recoger el dorsal, pero los taxistas valencianos son buenísimos y te llevan de un sitio a otro en un pis pas. Aunque hay que reconocer que la organización ponía autobuses gratuitos para ir de un sitio a otro, pero claro, somos de madrí, más chulos que un ocho, y nos desplazamos en taxi, Guapamente. Disfruté como decía, de la comida de la pasta, un arroz bueno y una fideua mejorable, postre, agua, cocacolas, cervezas, yogur bebible una comida más que suficiente entre corredores y familiares. Me hubiera gustado que el Tiki la hubiera visto. Ahí ya me notaba yo más tenso de lo normal, me tome una cerveza comiendo, pero como casi haciendo un delito, “ A ver si el alcohol no me sienta bien y mañana no rindo lo suficiente” me decía a mí mismo. De la comida de la pasta nos fuimos a la feria del corredor que se encontraba en un Hotel a la otra punta de la ciudad. Allí llegamos con mucho tiempo de antelación y nos dio tiempo a tomar un café y echar una cabezadita en los confortables sillones de la recepción. Con que ganitas me quedé de tomar un wiki. Feria del corredor. Bien, más o menos como todas. Recogida del dorsal sin agobios, paseítos entre las tiendas de ropa y calzado deportivo, ambiente festivo de corredores. Me gusta. Vuelta al hotel, paseo con las familias antes de la cena que habíamos quedado con Pepo para ir al Italiano a cenar. He de reconocer que al principio al ver aquellas ensaladas tan bien elaboraditas, pensé que pasaríamos más hambre que el perro un ciego, pero cenamos muy bien y quedamos satisfechos. El ansia del españolito estuvo presente. Tenía muchas ganas de conocer al amigo Pepo, ya que siempre ha sido una referencia para mí desde que comencé en estás tontás del correr, y no solo desde el punto de vista atlético. A los pocos minutos de estar con él, te das cuenta que es una persona especial, nos estuvo contando curiosidades, aspectos de la organización, del circuito, de la animación que el lleva, y nos trato a un grupo de familias de Madrid que no había visto en su vida, como de la suya, y además hizo magia. A los postres, entre risas y bromas sobre los tiempos que cada uno de nosotros haría, se atrevió a predecir la marca de Uros. Si, el tiempo por el que pasaría por meta. Cogió un billete de metro, lo firmaron Uros y Pepo y escribió la marca. Todos lo vimos, metió el billete de metro con la marca en un paquete de tabaco, lo cerró con celo y se lo entrego a María, la mujer de Carlos Velayos, para que lo custodiara hasta la comida del Domingo a medio día, donde se abriría y se vería si había acertado.
La velada muy agradable, volví a pecar y beber cerveza, pero bueno, como dicen que es bueno para conciliar el sueño… lo que es bueno de verdad es lo otro, y gracias a una cosa y la otra pude descansar, aún despertándome un par de veces sobresaltado con sueños. El último me despertó a las seis en punto pensando que me había dormido y no llegaba a la línea de salida.
Me gustan los nervios previos a la maratón, esos nervios/excitación, pero esta vez creo que llegaban a la ansiedad, y esa sensación ya no es tan placentera y no tiene que ser saludable.
Desayuno en la habitación de Darht y Uros, con Guille, que se le ve tranquilo, confiado, con la experiencia que dan sus muchas carreras y maratones. Uros también tranquilo, intenta transmitirnos esa serenidad a Darht y a mí, pero nuestras caras son distintas. Yo no me veo la mía, pero me noto tenso, con ganas de salir a correr cuanto antes. “que los suelten, que los suelten”
La salida está muy cerca del Hotel, pero ese recorrido se me hace eterno, largo. Paramos a tomar el último café en un bar y tengo la sensación de que no vamos a llegar en hora, estoy ansiao. Por fin llegamos a la salida, el ambiente es muy bonito, empiezas a oír la animación a través de la megafonía, y por primera vez me emociono de verdad. Somos unos privilegiados, valoro lo que significa estar ahí en la línea de salida y doy gracias por ello, merece la pena. Son momentos muy bonitos. Velayos se pega el madrugón y nos acompaña para hacernos unas fotos y ver la salida, palabras de ánimo, abrazos sinceros, muy emocionante la verdad. Esa parte de la película me gusta mucho, pero yo quería salir a correr ya.
Suena carros de fuego, una mascletá nos da el pistoletazo de salida y a correr, esos primeros metros son muy chulos, todos muy juntos, agrupados, el público aplaudiendo con auténtica admiración, y nosotros ahí, los protagonistas de la peli, corriendo, hemos llegado vivos después de unos meses de preparación a la línea de salida. Somos unos suertudos, estamos jugando la final.
El primer tiempo, lo pasamos con empate a cero. Los primeros kilómetros los hacemos por encima del ritmo de maratón, porque vamos muy juntos todos y no se puede correr bien, pero lo agradecemos porque era lo previsto pasar varios kilómetros así hasta coger ritmo, a partir del cuatro o el cinco ya empezamos hacer los kilómetros por debajo de de 5,40, unos a 5,35, otros a 5,40, bien, con la idea de llegar a la media con un colchoncito razonable, de dos o tres minutos.

Las fuerzas están intactas y claro, podemos disfrutar al ver a las familias en el 12, incluso a veces la euforia nos hace creer que vamos bien, muy bien diría yo, pero todavía queda muchísimo, nos quedaba todo. Uros se preocupa por nosotros, “¿Vais bien? Tenéis buenas sensaciones?” y nos echa el bocao cuando ve que nos vamos por delante uno ú otro, porque unas veces me aceleraba yo, y otras Darht. Yo me veo bien de fuerzas, pero demasiado pendiente del crono, del ritmo, será el bueno, no me fiaba del crono. Veía al práctico a lo lejos, siempre por delante, y aunque sabía que iba con un colchón excesivo no quería perderlo de vista, aún a lo lejos me gustaba verlo.

El día fue para mi gusto el ideal para correr, nublado, sin viento una temperatura muy agradable, supongo que en torno a los 10 grados y en un par de ocasiones una lluvia fina más que mojarnos nos acariciaba. El recorrido, plano plano, como la palma de la mano. Tan solo dos subterráneos que lógicamente tienen sus bajadas y subidas respectivas, pero insisto, el recorrido espectacular, como luego demostraron los que corren de verdad al bajar la marca los dos primeros.

Valencia está bonita, y el recorrido en gran parte va por sitios muy agradables para correr. Total, que nos presentamos en la media maratón en 1h 58, un colchóncito muy razonable para mi. Justo lo que queríamos, y a seguir corriendo.
Los kilómetros van pasando y van minando poco a poco las patas, pero bueno, vamos en ritmo incluso un poquito por debajo, de caja voy fenomenal, tengo el pulso estabilizado entre 155- 160 pulsaciones, pero los gemelos empiezo a notarlos duritos. Bueno es normal , ya son muchos kilómetros. P’a lante. Darht nos avisa que no se encuentra cómodo y que tiremos hacia delante, que se agobia al pensar que nos está reteniendo. Tenemos margen de sobra, decidimos bajar un poco el ritmo y esperar, pero a los pocos metros insiste en que nos marchemos, me da mucho coraje, porque nos hubiera gustado entrar juntos, pero seguimos Uros y yo.
Pensamientos positivos, pero todavía sin tirar del repertorio duro que me había preparado para sacar a partir del 30. Los pies empiezan a doler, sobre todo una uña que ya tenía tocada, pero formaba parte del guión, contaba con ello y es un precio que había que pagar, Pin pan, pin pan, paso a paso. El Practico se va por delante, aunque no me gusta dejar de verlo, está claro que va muy encima de su ritmo, como luego se demostró llegando en 3h56. Nosotros a lo nuestro, Uros sigue tirando de mí, me apoyo en el, me suministra el agua. Bebo cada cinco kilómetros, tomo alguna pasa, en el 20 mi platanito, todo más o menos correcto.

A partir del 30 lógicamente empieza la maratón y aquello se empieza a poner negro, hay que empezar a sufrir, pero seguimos ahí en la pomada. Llegamos al 32 en 3 horas justas. Esta hecho. Tenemos un buen colchón, aunque estoy sufriendo más de la cuenta. No importa, yo puedo. El tiki nos da un plátano y los últimos ánimos de la familia. Se une con nosotros Adrián para acompañarnos los 10 últimos kilómetros. Menudo espectáculo vio la criatura. Echamos cuentas y haciendo los 10 kilómetros que nos quedan a 6’Km lo tenemos hecho. Yo puedo, yo puedo, pero del 32 al 35, veo que me he ido unos segundillos, por encima de los 6’km, no puede ser, tengo que hacerlo pero los gemelos están duros como piedras, los noto arriba muy cerca de la corva, y de vez en cuando noto pinchazos, como pequeñas descargas eléctricas que mueven el músculo y lo zarandean. Jodo chacho, que dolor. Uros se pega a mí, nota que voy empezando a desfallecer, palabras de ánimo, un poquito más campeón, podemos, podemos. Me acerco a él, intento seguir su ritmo como apoyándome en su chepa, sin tocarlo pero imaginando que me pego a él, consigo despegar la zancada y alargarla durante 10, 15 metros pero de nuevo los pinchazos me avisan y no me dejan alargar el paso. Me da mucho coraje, porque de pulso voy bien, pero me faltan las fuerzas para seguir, para mantener a 6 putos minutos por kilómetro. Quiero pero no puedo, saco el repertorio duro, pensamientos de todo tipo, de fuerza, de coraje, familiares, por éste, por aquél, mi niño, mi mujer, mi madre, amigos. El hueso de Jordan roto. Lucho, pero no lo consigo, intento sacar fuerzas de cualquier rincón de mi cuerpo, pero mis piernas se rompen, creo que se van a romper en cualquier momento, no pueden alargar la zancada. Noto cada vez los gemelos más arriba, a punto de estallar, sobre todo el izdo. Asumo que no voy a poder llegar por debajo de las cuatro horas, he intento pensar en el plan B, pero con mucho coraje, de muy mala gana. Yo quería ganar la final. A partir del 36 aquello es un verdadero suplicio, no he querido ni mirar los parciales, pero estoy seguro que algún kilómetro salio a 7 u 8’ /km, no son zancadas, son pasitos de anciano, pero no quiero parar, quiero llegar como sea y tampoco quiero terminar de romperme. No me apetece que tengan que venir a recogerme en volandas, ni verme tirado en el suelo. Intento seguir muy despacio pero sin desfallecer, con pasitos cortos pero avanzando y sufriendo mucho, como nunca lo había hecho hasta ahora. Imaginaba la cara que llevaba y me ponía de mala hostia. Estaba dando un espectáculo muy feo. Eso no es la maratón, eso no es al menos mi maratón. A fuerza de pelotillas, seguí y seguí, con la ayuda de Uros y del público que en la parte final animaban mucho, pienso que no volveré a hacer un puto maratón en mi vida, que no merece la pena bajo ningún concepto, que no tiene ningún sentido aquello. Los últimos kilómetros de veras que fueron muy feos, la parte amarga del maratón, pero por fin veo la recta de meta, quería terminar cuanto antes, como fuera, y allí, a pocos metros del final, mis dos amores. El Tiki me mira con cara de susto, como no reconociéndome, no me extraña, con la carita que llevaba y mi gran Lola, me dice que siga, que no pare, que no pierda tiempo. Qué más da el tiempo. El tiempo estaba nublado. Los beso emocionado y medio sonrío, Uros me espera, y por fin se acaba el suplicio al cruzar la línea de meta. Puffff, que fuerte. Me abrazo a Uros y le agradezco el esfuerzo, sin el no hubiera llegado. Recogemos los regalos y la medalla. Vuelvo a ver a los míos y de mis lágrimas sale la emoción acumulada. Jodo, esta vez si que me ha costado, se leía en ellas.
Cruzamos la meta en 4h08’, en teoría tendría que estar satisfecho, había rebajado mi marca en cuatro minutos, pero no era así, las sensaciones no eran buenas, había sufrido tanto que no merecía la pena en ese momento. ¿Cuatro minutos menos que en Donosti u ocho minutos por encima del objetivo?
Fui a buscar a los podólogos para que me sanearan mil maltrechos pies y rápidamente al Hotel a buscar la ducha caliente tan deseada.



La sobremesa se alargo hasta las ocho de la tarde, con eso lo digo todo. Creo que todos estábamos muy agustito, como el Ortega Cano.

Hemos jugado la final, y el resultado es incierto. La maratón se cree vencedora por no conseguir uno de los objetivos, por hacerme sufrir y tal y tal…pero como decía al inicio de este ladrillazo lo que no sabe la maratón, porque tampoco vamos a decir que sea sabia.Tiene sus defectos, digo yo, uno de ellos es que tiene muchos kilómetros, pero bueno, eso va ser difícil hacérselo cambiar a sus años. Tampoco sabe que para algunos la maratón es mucho más y mucho menos a la vez. La maratón a veces no es nada. Desmitifiquemos la maratón.
La maratón no es para tanto, cualquiera con buena salud puede hacerla. A pesar de que creo que no es saludable. No somos más los que la hemos terminado que los que no, ni siquiera que muchos, que nunca la harán. A veces los maratonianos nos creemos un poco más.
Quiero darle valor a la carrera y a la vez quitárselo.
La media maratón es una carrera ideal, te permite hacer turismo, hacer deporte salud y mantener el ambiente maratoniano. Tengo que pensar muy mucho en ella y disfrutar y valorarla mucho más.
La maratón, ésta, en mi caso la hice dura con mi soberbia.
Como decía antes, para mí la maratón es mucho más que una carrera, que una marca, que 42 kilómetros y 195 metros.
La maratón es que un maestro, a pesar de estar lesionado y no poder correrla, no cambié sus vacaciones y las de su familia, las comparta con nosotros, se levante a las 6 de la mañana, para hacernos unas fotos y darnos un abrazo sincero de ánimo en la salida.


La maratón es que tu hijo te diga: Papa, ya se lo que quiero ser de mayor: Domador de delfines.

La maratón es ver como caen por la mejilla del amigo Guille las lagrimas de emoción. No solo por hacer una gran carrera, también por sentirse cómodo entre nosotros.

La maratón es quedar en el Retiro con los paquetillos para hacer un entreno duro y que te acompañen, o en la casa de campo con sus desayunos gloriosos.
La maratón es hacer un barullito en casa y ver como la gente se ríe.
La maratón es un aspecto más de la vida, es relación entre semejantes, es amistad.
La maratón es una lucha contra el reloj y el tiempo, como la vida.
La maratón es amor.
La maratón, ésta maratón de Valencia, de Febrero de 2010 no la olvidaré jamás ha sido ejemplar. Gracias amigos, gracias maratón.
Así pues, tres días después, no creo que el resultado de la final sea una derrota contundente. Lo dejamos en un empate con buen juego y muy peleado.
¿Jugaremos otra final?.....
Las cosas que no tienen sentido, son lo que de lan sentido a la vida.