viernes, 5 de octubre de 2018

Ganar ganar y volver a ganar...



                                

Me gusta mucho el futbol, creo que es un deporte bonito, muy bonito. Hace falta mucho coraje para practicarlo, ser generoso y sacrificado además de tener una gran condición física. Aporta valores positivos, hace crecer entre semejantes además de todas las valoraciones positivas que queramos añadir relacionadas con el deporte

Todos queremos lo mejor para nuestros hijos, y desde muy pequeños muchos nos apresuramos a que se vistan de corto y empiecen hacer deporte buscando todos esos aspectos positivos del futbol.

En nuestro caso con cuatro años ya correteaba detrás de un balón y año tras año, hemos disfrutado muchísimo entreno tras entreno y  los sábados en los partidos. Los chavales han crecido juntos, se han hecho amigos en muchos casos, han conocido los valores de la amistad o la solidaridad, además de divertirse muchísimo. Nosotros los padres igualmente hemos pasado grandes jornadas deportivas, unidas a las gastronómico/festivas, gracias al futbol. Hicieron, hicimos equipo.

Sin embargo, tengo que reconocer que los últimos años y a medida que los niños han dejado de serlo y han crecido, esa satisfacción que sentía en cada partido se va transformando en desencanto y una sensación un tanto amarga recorre mi cuerpo en muchos partidos que  no me gusta nada. Intentaré explicar porque.

No me gusta el ambiente ni en el campo ni en la grada. Una cosa es la consecuencia de la otra. Estoy cansado de ver enfrentamientos, brotes de violencia entre jugadores y padres. Entradas feas sin disculpas, insultos y broncas. Unas veces el responsable es el inexperto árbitro que no sabe cortar la situación, otras los propios entrenadores que protestan y vocean como malos vendedores de melones, y otras los padres que solo ven las faltas del equipo contrario y menosprecian e insultan al árbitro o jugador contrario arengando a la pelea  dentro o fuera del campo. Una falta de respeto que se propaga como si fuera un virus y crea un ambiente feo, bronco y muy desagradable.

Mi preocupación viene porque no es un problema puntual. No, cada vez es más habitual y mi sensación es que hay más partidos feos y con bronca que partidos sin incidentes, eso quiere decir que en más del 50% de los partidos pasan incidentes desagradables.

 El futbol es un deporte de contacto, efectivamente y duro claro que sí, pero tiene que ser noble, y después de una entrada dura, tender la mano al rival. Y después de un partido bronco, abrazar al contrario y desearle suerte. Eso, no es lo que vemos en la mayoría de los terrenos de juego.

 Si nos fijamos todos somos responsables ya que todos somos partícipes en la escena. El problema es que todos creen que el culpable es el otro.

Es cierto que cuanto más bajo es el nivel futbolístico más incidentes tenemos. Pero resulta que la mayoría de jugadores son de bajo nivel. Tenemos más de un millón de licencias federativas de fútbol en este país, de las cuales solo son profesionales poco más de 2000. Eso quiere decir que tan solo el 0.20% serán, son profesionales.

La referencia general y el ejemplo a seguir es el futbol que vemos en televisión y el futbol que vemos  es el profesional. Quiero decir, estamos imitando a unos profesionales que no tienen nada que ver con nosotros.

Ganar ganar y ganar, y volver a ganar y ganar y siempre ganar. Esa era la frase del famoso además de paisano Luis Aragonés. Cuantas veces la hemos visto y los entrenadores puesto de ejemplo en tantos  vestuarios. O las arengas de Real Madrid o Barcelona donde solo vale ganar y si hay dos derrotas el técnico corre peligro.

De repente nos encontramos en magníficos terrenos de juego, los chavales perfectamente equipados y con un colegiado. Todo se parece mucho a lo que vemos en la tele. Se parece mucho, pero no tiene nada, absolutamente nada que ver. Ellos si son profesionales, nosotros no. Ellos si tienen que ser los mejores, nosotros no. Ellos si tienen que ganar o intentarlo siempre, nosotros no.

 
                                     
Nuestros chavales y la mayoría de jugadores federados, recordemos la proporción antes expuesta, tiene que sobre todo disfrutar de tantos y tantos valores positivos del deporte, que todos conocemos. Es cierto que tenemos que inculcar a nuestros jóvenes que cada día  tiene que aspirar a ser mejor, no tan solo a ser bueno, la exigencia de ser mejor ennoblece, y ayuda a entender que quizá nosotros seamos igual de buenos, o de malos, que los otros, pero no siempre a ganar. En el terreno de juego y en la vida a veces se pierde y no pasa nada, es más, es bueno que estemos preparados.

El ganador solo vence a medias. Las grandes lecciones y el más útil aprendizaje, jamás saldrá de una victoria. Por mucho que disfrutemos cuando vemos ganar la copa de la liga o la Champion league.

 

                                 
Hagamos todos unos ejercicios de autocrítica. El problema que nos ocupa no es más que un reflejo de esta sociedad donde o ganas o no eres nadie. Queremos que nuestros hijos sean los mejores en la escuela, en el futbol y en todo. Todo no puede ser. Desmitifiquemos el ganar, lo bueno, listo, guapo, inteligente. Pongamos en valor la normalidad, el disfrutar porque si,  sin la exigencia de tener que ganar, o ser el  mejor en  clase, que siendo gordo también se puede ser feliz. Bajemos las pretensiones en general, y seguro que seremos un punto más feliz.

 Ilusionados saludos.

 
PD. Con cariño para Mamen, bueno y para Rafa también jijiji




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