4 salidas en la semana. 49 Km
Kilómetros acumulados 379
Ilusionados saludos.

Todo empezó una noche cuando experimenté una especie de transformación de la conciencia. Al día siguiente me encontré de repente en un estado de paz interior que después ya nunca me ha dejado.
Desde entonces siempre he tenido en el fondo un estado de paz. Antes había vivido en estados de depresión y de ansiedad, y cuando me pasó aquella transformació n, no lo entendía, no tenía ni idea de lo que me había pasado, solo sabía que yo estaba en estado de paz. Tardé algunos años en comprender gradualmente lo que me había sucedido. Empecé a leer libros espirituales, textos antiguos y algunos textos nuevos, estaba buscando comparar lo que me había pasado a mí con lo que decían estos libros. Una cosa extraña me pasaba cada vez que abría un libro espiritual hindú o cristiano, inmediatamente entendía la esencia. Los textos y conversaciones con los maestros espirituales, monjes budistas, yoguis... me explicaron lo que me había pasado. Dos años después de la transformació n estaba en un monasterio hablando con un monje budista zen y me dijo que lo esencial del zen consiste en ir más allá del pensamiento. Entonces me di cuenta de que eso me había pasado a mi porque después de aquella noche, mis procesos mentales se habían reducido aproximadamente un 80% de lo que habían sido antes. Había muchos espacios sin pensamientos en mi mente, no inconscientes sino muy conscientes, pero sin proceso mental.
El estado de paz ya había estado allí siempre pero estaba cubierto con el ruido mental continuo y gradualmente empecé a entender cual es la esencia de la transformació n espiritual. Todos los maestros hablan de la misma cosa; utilizan palabras diferentes pero en el fondo todos apuntan hacía el mismo estado. Después lo reconocí también en los evangelios de Jesús en algunas cosas que él dijo.
Ahora que vendes millones de libros y das conferencias ante grandes audiencias supongo que mucha gente te idealizará ¿Cómo llevas eso?
Son proyecciones porque ellos piensan que yo soy especial. Pero todo el poder de la enseñanza espiritual viene a través de esta forma que soy por la simple razón de que yo sé que yo no soy nadie especial. Mucha gente identifica el poder del espíritu que viene a través de la forma con la forma, y es muy importante no aceptar esas proyecciones. Yo soy muy consciente de esas proyecciones y no las acepto, pienso que son ilusiones.
En el momento que yo piense que yo soy muy especial, me identificaría otra vez con un pensamiento condicionado. Yo sé que les ha pasado a algunos maestros espirituales, el peligro es mayor si vives en un `ashram´ rodeado de discípulos y nunca tienes contacto con otras personas. Después de algunos años empiezas a creer que eres lo que ellos creen que eres, lo he visto en algunas personas, y vuelve el ego.
Hablas de ir más allá del pensamiento. Para personas que estamos acostumbrados a estar casi siempre identificados con el pensamiento, ¿cómo podemos imaginar ese otro escenario que propones?
No hace falta imaginarlo; casi todos son capaces de experimentar aunque sea por un momento muy pequeño lo que significa estar sin pensamiento y al mismo tiempo ser plenamente consciente. La mayoría de la gente no se da cuenta de que incluso en un día normal, siempre hay intervalos muy pequeños entre dos pensamientos en algunos momentos.
Las personas que no tienen esos intervalos están muy enfermas psicológicamente, pero si todavía en tu vida existe de vez en cuando la alegría del ser o el amor, la comprensión o la belleza, si respondes interiormente a algo que es bello, eso significa que hay esos intervalos porque es allí dónde surgen. Los pensamientos no pueden reconocer lo profundo que es algo bello.
El amor o la compasión no vienen a través de los pensamientos, vienen de una dimensión más profunda, y la gente que no tiene acceso a esa dimensión nunca experimenta la belleza, amor, compasión o una alegría más profunda del ser. En esta civilización loca (risas), hay personas que en su vida ya no tienen esa experiencia del amor, de la belleza, de una paz interior de vez en cuando, les falta todo eso y en aquellas personas el ruido mental sigue, sin interrupciones.
¿Cuál es el primer paso para acallar la mente?
Tomar conciencia de que esos espacios existen en un día normal. Estás mirando a un árbol o al cielo, a las nubes, y es un momento en el que no hay ningún pensamiento. Solamente la percepción y la conciencia a través de la cual la percepción sucede. Un espacio.El primer paso consiste en darse cuenta de que, sin hacer nada, algunos espacios existen en mi vida. Después se pueden buscar esos espacios activamente. Yo recomiendo hacer cosas que uno hace normalmente como lavarse las manos, tomar un café, ir de aquí a allí, entrar en la escalera, subirse al ascensor... tomando conciencia de acto y del momento, sin hacer de ello un medio para un fin sino un fin en sí mismo. Lavarse las manos sintiendo el agua, el jabón, secarse las manos... Solamente la percepción y la conciencia.
Otra cosa que también recomiendo es cuando entras en tu coche, cierras la puerta y te quedas unos treinta segundos sin hacer nada, sentir el cuerpo, la vida dentro del cuerpo. No es mucho, 30 segundos, pero muchos de estos momentos en un día inician un cambio. Esos pequeños momentos en los que no pensamos sino que estamos conscientes sin pensar.
Es más importante tener muchos momentos pequeños durante el día que estar en una meditación de media hora cada día y luego pasarse el día sin tener espacios. Entonces empieza un cambio, surge la conciencia no condicionada, la conciencia pura. Lo demás, los pensamientos, son una forma de conciencia condicionada por el pasado. Casi toda la gente está atrapada en un sentido del `yo´ que depende de los pensamientos condicionados y una imagen mental que tiene de "quién soy", o sea una identidad que depende de los pensamientos.
Eso significa moverse por la superficie de la vida sin nunca ir más profundamente. Una vida de ese modo se hace muy insatisfactoria, siempre hay sufrimiento. Si tu vida se desarrolla solamente en la superficie del ser, que es cuando te identificas siempre con los pensamientos, entonces le falta la profundidad y sufres.Si no soy los pensamientos ¿Quién soy yo?No eres los pensamientos, eres el espacio desde el cual surgen los pensamientos.
¿Y qué es ese espacio?
Es la conciencia misma. La conciencia que no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma. En esencia somos esa conciencia sin forma que está detrás de los pensamientos. Pero para experimentarlo es necesaria una experiencia de quietud interior. Si yo tengo solamente un momento en el día de quietud alerta que me da un sabor de lo que es, ya entiendo lo que es la conciencia no condicionada, más allá del pensamiento. Una persona que no tiene ese momento, ni siquiera un momento, no puede entender nunca de qué estamos hablando ahora. No lo entendería.
¿Has llegado a alguna conclusión de lo que hay después de la muerte?
De algún modo, casi puedo decir que he muerto ya porque si no estás identificado con la forma, lo que queda es lo eterno que no tiene forma. Entrar en eso conscientemente es encontrar la muerte antes de que la muerte te encuentre a ti (risas) y si entras ya en la dimensión que no tiene forma y has entrado en la muerte, te das cuenta de que lo que llamamos muerte en realidad es la vida, es la vida sin forma. La muerte es solamente la disolución de la forma y queda la vida, o lo que Jesús llama "vida eterna". Por eso la muerte, incluso la muerte que sucede cerca de ti cuando se muere alguien, es siempre una posibilidad de realización espiritual. Detrás de cada muerte se esconde la gracia.
Entonces, ¿para qué estamos aquí?
Estamos aquí para que la conciencia pueda florecer a través de esta forma y entrar en el mundo de las formas para transformarlo. El propósito de la vida, en lo profundo, es ser como una puerta para la dimensión sin forma, que entonces entra en el mundo de las formas y convierte el mundo en algo que ya no es hostil.
En el libro Un mundo nuevo ahora, estableces una relación entre lo que está sucediendo en el mundo a nivel de catástrofes climáticas, etc., con el estado de conciencia de los seres humanos. ¿Podrías desarrollar un poco esa idea?
Lo que uno experimenta como la vida exterior, las situaciones que uno encuentra, las cosas que pasan, las relaciones que tiene, es decir, el modo en que la persona experimenta la vida, es siempre un reflejo de su conciencia, de su estado interior, del estado de la mente. Si una persona, por ejemplo, siempre está rodeada de personas violentas, en cada situación encuentra violencia, significa que hay algo dentro que es una fuerza violenta, agresiva. Son inconscientes de esta situación, y una persona completamente inconsciente experimenta su propio estado como cosas que le pasan desde el mundo exterior. Si una persona así se hace conciente, de repente sería capaz de ver que dentro suyo existe violencia emocional o mental, entonces empieza la transformación.
¿Cómo es un día ordinario en tu vida?
Muy simple. Yo pienso relativamente poco. En la vida diaria, si estoy con una persona, la escucho hasta que las palabras surjan, o si estoy en la calle comprando también tengo pocos pensamientos y reacciones. Las situaciones son como son. La vida es muy simple. Muy pocas veces pienso en el pasado y la atención está en la simplicidad. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente. Hay paz incluso si algo no va bien. No llevo encima una identidad.
Por ejemplo, en la enseñanza espiritual, la gente me llama maestro espiritual y ellos piensan que es mi identidad pero yo lo veo simplemente como una función. Cuando estoy con un grupo de personas y estoy hablando, entonces soy el maestro espiritual, pero en el momento en que salgo de la sala dejo de ser el maestro espiritual inmediatamente y solamente hay una consciencia abierta que no lleva una imagen de quien soy. Porque cada imagen que llevas te va a conducir al sufrimiento.
Voy por la calle sin ser nadie en particular, simplemente un espacio consciente. Das un paseo no como una persona sino como un espacio consciente, o estás tomando un café no como una persona, pensando en tu historia personal, simplemente como un espacio consciente, sin llevar las constantes definiciones de quien soy o hablándome de mi vida con esa voz interior que me cuenta cosas de mi vida: "no estoy contento con mi vida" o cosas así que son cuentos, pensamientos. ) Estas complicaciones, afortunadamente, no las tengo.
A descansar un ratito en el albergue y ahora a media tarde escribo este…¿ diario?....sentado en una silla en una tarde agradable de temperatura, estoy en la calle, fuera del albergue y tengo unas bonitas vistas. Tomaré algo de fruta y alguna cosita para cenar y a intentar dormir que mañana tengo una larga caminata de más de 30 kilómetros. Se prevén lluvias, bueno así ando más fresquito…¡¡¡ Hasta mañana ¡¡¡¡
Lo cierto es que tengo pocas ganas de escribir, pero resumiré la larga etapa de hoy. Comencé a caminar antes de salir el sol, y gracias a la linterna ( ¡¡que útil ¡¡) he dado los primeros pasos bajo la luna. No quería madrugar tanto, porque no quería perderme nada del camino, quería ver todo con luz, pero todo el mundo se levanta muy pronto y para no dormir, pues decido levantarme también. Tiene su gracia andar bajo la luz de la luna.
Me arrime a un grupo de cuatro peregrinos para ir acompañado esos primeros kilómetros. Lo cierto es que con la luz de las linternillas de cada uno se veía más o menos bien. Empieza a llover, parada, acomodo de fundas y chubasqueros y p’a lante, luego resulto ser una tormentilla pasajera, nada serio. Rápidamente llegan los primeros rallos de sol que no veas como se agradecen. Hacemos una parada en un bar para tomar algo y reponer vaselina en mis pies. Mis compañeros salen por delante, pero yo decido quedarme un poco más a tomar un café y descansar un ratillo más, además prefería ir ya solo. A partir de ahí, hago el resto de etapa en solitario saludando algún peregrino que me voy encontrando pero sigo adelante. Disfruto mucho del buen día que se quedó, el paisaje sigue siendo muy bonito.
A partir del kilómetro 20 me empieza a doler la parte baja de la tibia, mal rollo, dolorcillo, molestia, dolor, pero sigo andando, solo me detengo para hacer mi segunda parada a reponer vaselina y descansar unos minutos. Llego al albergue de Olveiroa en torno a las 13 horas después de poco más de siete horas de caminata, cansadillo, pero fundamentalmente mosca con el dolor. Mucho estiramiento, pomada, gel, alcohol de romero masajito, así paso muchos ratos de la tarde. He salido a dar un paseo y me molesta bastante. Confío que mañana cuando entre en calor me deje caminar.
Son las 19,20horas escribo sentado en una piedra en la calle, la temperatura es ideal, tarde muy agradable. ¡Ah¡ hoy he vuelto a comer fenomenal, soy un tipo con suerte. ¡¡ que lentejitas estofadas oiga ¡¡……. Os echo de menos…..
A partir de las seis de la mañana, toca diana. Los móviles hacen de despertador y rápidamente empiezan a sonar con lo cual no necesitas tu poner el tuyo, te levantas a la hora que te plazca. Cada uno empieza con su ritual de recogida de bártulos, preparativos de la mochila, aseo, preparación de de pies con vaselinas y esparadrapos. Es todo un ritual. Y aun sin luz cada cual con su linternita se va manejando. Mola. En mi caso a las 6,30h estoy listo y preparado para una larga y dura jornada.
A pocos minutos del albergue hay un bar abierto y aprovecho para desayunar un descafeinado de máquina con leche y pan tostado, en el morral llevaba una pieza de fruta para más tarde. Pocos minutos antes de las 7 con noche cerrada y estrellada comienzo a caminar. Hoy solo, con mi linternita. Rápidamente me doy cuenta que el dolor sigue ahí pero no quiero llamarlo por su nombre, lo disfrazo pensando que es tan solo una molestia, que cuando lleve unos kilómetros mejorará, intentando pensar en positivo y no pensar en el dolor, pero ahí está, lo noto en cada paso que son cada vez más lentos y cortos, veo que apenas avanzo.
La noche está clara puedo observar muchas estrellas, veo el famoso osito que no se como se llama y me gusta. Empiezo a subir un monte y oigo el ruido de un gran río a mi izda. Me acuerdo de los ciegos y entiendo que sin vista se agudizan los otros sentidos y puedo casi ver ese río, gracias al ruido, a la humedad, al ambiente. El pueblo se va quedando atrás a lo lejos se queda el aullido de los perros, supongo, pero parecen auténticos lobos. Me gusta. Es una sensación rara, no llega a ser miedo, pero si te sientes un poco pequeño ante tanta naturaleza, montañas, caminos, agua corriendo, humedad, paso a paso, poco a poco, si no fuera por el dolor del pie… siento que voy venciendo ese gran respeto por no llamarlo canguelo por la naturaleza, por lo desconocido. Estar ahí solo, bajo las estrellas, mi linternita y mi bastón ayudándome en cada paso. Mola, aunque da cosilla.
Pronto empieza amanecer. Como se agradece. Ya no los primeros rallos, si no esa primera luminosidad que llega antes de ver el sol. Y sigo paso a paso con dolor. Empiezo a pensar en un plan B. No me gusta como pinta el temita. Empiezan a pasarme peregrinos que han salido después que yo. Llego a un pueblo que se llama Hospital y veo que he tardado el doble de tiempo que el día anterior para hacer el mismo número de kilómetros, pufff, mal rollo. Voy a intentarlo un poco más, venga va, hago la primera parada y veo que tengo el pié hinchado, descanso un poco, me tomo mi pieza de fruta, agua y adelante. Cruzo una carretera y me meto de nuevo en el campo, en un largo camino. Me siguen pasando peregrinos, jóvenes, viejos, gordos, flacos, hasta uno que iba el chanclas el mamonazo, si chanclas como las que yo llevaba para la ducha, el andandito y ahí, tan telendo. Y yo con mis zapas de trail, y mi camisetita de maratoniano… ainnnnsssss que cosas.
Que gran lección de humildad. Menos mal que uno es paquete y está acostumbrado a que le pasen por la derecha y por la izquierda, porque alguien con mucho orgullo lo hubiera pasado mal, pero mal. Todo el mundo muy solidario, preguntándome, parándose un rato con migo. Un chaval incluso quería llevarme la mochila. Pero bueno al final ellos siguen y tu te vas quedando ahí, despacito, paso a paso, o mejor dicho, pasito a pasito.
A media mañana eché cuentas y vi que a ese ritmo, a ese pedazo de ritmo pecadollll que llevaba podía llegar a Fisterre sobre las 9 de la noche, cuando en principio tenía previsto llegar sobre las 2 de la tarde. Eso no podía ser, el dolor en aumento, me empezaba a quedar frío, amenazaba lluvia. Se acabo. En el próximo pueblo pillo el bus. El próximo pueblo era Cee, ya en la costa, precioso, desde arriba en la montaña se ve el grandioso mar y abajo al fondo el pueblito, donde deseaba llegar cuanto antes. Los últimos kilómetros se me hicieron eternos, además en una importante bajada que el dolor se agudizaba. Poco antes de las dos, llego a las calles de Cee, me tomo un acuarius en el primer bar que veo y pregunto por la estación de bus. Tarde 7 horas encaminar la mitad de la etapa, unos 16 km. Se acabo la caminata, pero no mi camino ni mi viaje.
En 20 minutos llegue a Fisterra en bus que maravilla chacho, que bien si va ya casi sin dolor, aunque me noto el pie roto, hinchado, dolorido. Me pierdo la parte más atractiva de la etapa, cuando ya con la vista llegas a ver el faro de Fisterra, pero las circunstancias mandan. Volveré, volveremos.
Begoña, la hospitalera del albergue me recibe con una sonrisa. Le cuento mi aventura y me dice que no me preocupe que allí tengo catre para esa noche. En teoría solo tienes alojamiento si llegas andando, pero me dice que bastante hice con llegar a Cee y que como fui sincero y le conté que llegue en bus, allí dormiré. Me toma los datos y me rellena una credencial por haber hecho el camino Fisterra, Costa de la Morte. Muy maja si señora, todo un detalle para alguien que llega mal, roto y con un pie como una bota.
Y a partir de ahí, pues hacer turismo. Ducha reponedora y a comer. Veo justo al cruzar la calle un restaurante con muy buena pinta y mejores vistas. Allí que me acomodo, no estaba yo como para andar mucho más. Un pescado de la zona exquisito (no recuerdo el nombre) pero si la amabilidad de los camareros, suministrándome hielo para mi pié y quitándome las raspitas de aquel pez tan rico.
La tarde se cerró en agua desde muy pronto. Descanso, hielo, pomadita. Me acerque a la subasta de pescado en la lonja y tomé una coca cola con patatas fritas viendo como llovía que me supo a gloria….te echo de menos….
Fisterra es el final del camino para la mayoría de los peregrinos y en el albergue había un ambiente especialmente alegre. Algunos comparten muchos días de caminatas y vivencias, buenas malas y regulares, eso hace dar lo mejor de uno mismo y se notaba que era su día de fiesta. No me apetecía mucho participar porque yo solo había estado tres días y además no terminé con muy buen pié, pero disfrute viendo sus caras de satisfacción y empapándome del ambiente.
Hoy, como decía antes, hacer turismo. El faro está a poco más de tres kilómetros del pueblo con lo cual un amable taxista me ha subido allí después de desayunar en una terraza con bonitas vistas al mar mi desayuno preferido. Descafeinado y pan tostado con aceite…ummmmm….¡que alegría más grande¡
El faro de Fisterra es un sitio especial, tiene magia tiene algo. Personas de todo el mundo llegan allí, llegamos allí. Cada uno por sus motivos y algunos con mucho esfuerzo. Es un sitio muy salvaje. Muy bonito, lleno de agua, roca, cielo, montaña, mar todo muy unido a lo grande. Mola. He subido tempranito, había muy poca gente y he disfrutado mucho del paisaje, del inmenso mar, del fin del mundo. Al principio los grises predominaban en el cielo y el mar, pero el sol ha salido a ratos para dar luminosidad al día, y ver la vida de colores.
Me he acercado a ver el museo del pescador y aprender alguna curiosidad de cómo se pescaba antiguamente, y he comido unas sardinas espectaculares y unos mejillones al vapor que tenían el mar dentro. Buenísimos.
Hoy tenía previsto haber hecho la cuarta etapa de Fisterra a Muxía, bueno, en lugar de cuatro han salido tres, así son las circunstancias. Tengo excusa para volver.
En la vida vamos rodando y rodando como una moneda de canto. La moneda cae a un lado u otro, unas veces de cara otras de cruz. Yo presumo, que desde que nací, mi moneda casi siempre cae de cara, del lado bueno. Pero el canto es muy fino y puede caer de un lado a otro de igual forma y en cualquier aspecto de la vida. Insisto, casi siempre salió cara, por un día que cambió y salió cruz no me voy a enfadar, además el plan B tampoco lo estoy pasando mal…. La moneda sigue rodando y confío que siga la buena suerte, pero hay que estar preparado porque el canto es muy fino…
Ahora descanso desde la habitación del Albergue privado- La Paz- Saldré a tomar algo y mañana de regreso a Santiago.
Son las seis de la tarde, aquí con la pata en alto, tan agustito…
Viernes 4 de Septiembre de 2009
Fisterra/Santiago/Madrid
El día de hoy, no contaba como caminata, pero sí formaba parte de mi camino. He desayunado prontito en Fisterra y a las 9,30 he cogido el bus dirección Santiago. El viaje se me ha hecho largo, más de tres horas y media de curvas y subir y bajar bordeando los bonitos pueblos costeros, pero para ir en bus muy pesado. Para en muchos pueblos y se hace muy pesado.
Poco después de las 13 horas estaba de nuevo en Santiago. He comprado algún regalo de recuerdo, y me he pegado el gustazo de comerme un bocadillo de chorizo ibérico, una cerveza, un plátano y un pedazo de tarta, sentado en la misma plaza del Obradoiro . Un tímido y confortable sol, me ha acompañado y la Catedral también como testigo, que por cierto, digo yo que se les fué un poco la mano a los que la diseñaron. Pelín ostentosa si les ha quedado. Muy rococo. Algo más sencillito no hubiera esta mal.
Total, que se acaba mi camino, se termina este viaje, esta pequeña aventurilla de un locuelo soñador. Ha sido una experiencia positiva. He conocido el ambiente del peregrino, ese punto hypii, la vida en los albergues, el compañerismo, la austeridad, ese dar lo mejor de uno mismo, la amabilidad de las hospitaleras y los gallegos. He disfrutado de los caminos y he sufrido en ellos, pero mereció la pena, de los Pazos, del sol, del aire limpio, de las estrellas y la luna. ¡¡ de la noche¡¡ del ruido del agua al fluir por los ríos, de las montañas , del inmenso mar. Del ribeiro, de la estrella de Galicia, de su gastronomía …. De la vida…. Me gustó Galicia.
Son las 6 de la tarde del Viernes 4 de Septiembre de 2.009. Escribo desde el Parador Hostal Reyes Católicos de Santiago de Compostela. Descafeinado de máquina, dos pastas,(una que guardo p’a mi churri) un bombón y vaso de agua: 2,15 Euros, y un ibuprofeno que pongo yo para la inflamación de mi pie, que ya no me acordaba.
En un ratito salgo para el aeropuerto y espero esta noche dormir en casa y abrazar a los míos, fué lo que más eche de menos cada día.
Ilusionados saludos.